Para Siempre... o todo lo que dure Siempre.

Mejor haber amado y perdido que nunca haber amado

Alfred Tennyson, del poema “In Memmoriam A.H.H."

¿Cuántas veces hemos dicho "te amaré para siempre"?

Realidad o ficción, no me gustan los finales tristes. Pero en los últimos tiempos ha surgido en mi cabeza un nuevo enfoque: que algo tenga un final amargo, inesperado, repentino, injusto, doloroso ¿invalida todo lo que hemos sentido y vivido antes del final, si lo vivido y sentido ha sido hermoso? Ese final ¿lo arruina todo? Y lo cuestiono desde lo cotidiano y cercano, hasta esa serie que vimos capítulo a capítulo y que la cancelan por falta de presupuesto, o los autores se sacan de la manga un final desconcertante. O sea, cualquier final que te deja gritando contra la almohada ¡NO, NO, NOOOOO!

Un poco por mi educación católica (bastante para ser sincera) y otro tanto por comprobación empírica, digo; a la larga he verificado que es así: hasta ahora he creído que todo sucede por una razón. Con el tiempo se descubre que lo que hoy es una m...da, finalmente tiene un motivo de haber sucedido. Mi mamá repetía: Dios sabrá por qué. Y así quedaban las cosas, en manos de la sabiduría divina, la mismísima Providencia. Con semejante aprendizaje, llevo años conteniéndome de cuestionar nada y me abstengo de preguntar el por qué de las desgracias. Supongo que recordarán que alguna vez les dije que en realidad me pregunto ¿y por qué no? Así que antepongo la Fe en que alguna vez entenderé la razón de algo malo que se ha cruzado en el camino. Algo aprenderé, algo bueno saldrá de esto.

Sin embargo, hace poco me rebelé a mis creencias, pues por una vez no pude evitar dejarme llevar por el dolor. Era tal la sensación de impotencia y desesperación, que tuve que permitirme sentir sin control.

Desahogarse suele ser el camino para sanar.

Así que en contra de todo lo que creo, pregunté una y otra vez POR QUÉ. En contra de todo lo que creo, sentí que prefería dejar de ser, porque era demasiado pesar.

No voy a olvidar nunca la mirada de quien me escuchó decirlo en voz alta. Porque supo que hablaba en serio. Ya no quería seguir girando alrededor del sol. Una parte de mí se quebró en esos momentos. Y ya saben lo que pasa cuando algo se quiebra, no vuelve a ser lo mismo.

Obviamente no he tenido una respuesta como tampoco he terminado de sanar. Y digo obviamente porque estas respuestas no suelen llegar de inmediato; pero también porque me di cuenta que en ocasiones no hay manera de que nada, nada, nada pueda valer lo perdido. A veces el precio es tan alto que no hay modo de que algo pueda costarlo. Sólo queda lamer la herida, esperar que se cure, amar la cicatriz como una señal que una vez hubo algo muy, pero muy grande que pasó por nuestra vida, dejó huella y nos hizo mejores.

Es sólo que... creí que iba a tener más tiempo, creí que nada malo iba a suceder y me quedé con ganas de más, porque era bueno y no debía terminar.

Pero terminó y no queda más que evolucionar y esperar a aplicarlo en algo que esté por venir.

Eso dice mi cerebro. Mi corazón aún llora y patalea.

Qué perdí, no viene al caso de esta entrada, porque lo que para mi era el mundo, para otros puede no tener el mismo significado. Y por eso protejo mi tesoro perdido. Pero sí deseo llegar a ustedes con este hilado de pensamientos y sentires.

Les estoy obsequiando estas palabras con el único objetivo positivo de reiterar lo que alguna vez ya les dije: hay que VIVIR A PLENO, llenarse los recuerdos de ternura, pasión, amor, bienestar, alegría, felicidad y dejar que nos invada cada célula, sin perder un segundo, sin plantearse cuánto va a durar, sólo vivirlo y sentirlo.

Y cuando termina, si no estamos preparados para que suceda, al menos podremos aferrarnos a que lo tuvimos. Independientemente del final que nos haya tocado pasar.

Es lo único que nos queda: lo que sentimos mientras duró, ese lapso que en definitiva fue nuestro para siempre…

O todo lo que duró "SIEMPRE"

Y por haber llegado hasta aquí, AcR también les trae regalito...

Gracias a:

Sashenka y Shadow

Sinopsis

Después de una ruptura humillante con su jefe, Reagan decide regresar a su hogar en Willow Point. Solo que teme contarles a sus padres lo que pasó. Su madre lo sermoneará sobre acostarse con compañeros de trabajo y su padre podría exigirle que trabaje en la ferretería familiar.

En cambio, Reagan consigue un apartamento en el pueblo y ahora debe resistirse al magnífico gerente. Acaba de salir de una relación enredada y no busca meterse en nada nuevo.

Eli es dueño del edificio y descubre un cuerpo en la sala de calderas. No tiene idea de quién mató a uno de sus residentes. Cuando Reagan aparece preguntando por un apartamento, Eli sabe de inmediato que el humano es su compañero.

Ahora están cayendo más cuerpos, y Eli está decidido a resolver esto mientras mantiene a Reagan fuera de peligro. No es un trabajo simple, pero disfruta mucho a medida que conoce a Reagan y sus noches arden con pasión.

¡¡Este regalito está aquí!!